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 TEMA DE PORTADA: ¿ESTAMOS COMPRANDO DEMASIADO?

¿Por qué compramos?

¿Por qué compramos?

En una encuesta internacional hecha pública en 2012, la mitad de los encuestados admitieron haber comprado cosas que no necesitaban, y dos terceras partes respondieron que les preocupaba el consumismo de la sociedad actual. Lamentablemente, muchos consumidores han caído en la trampa de endeudarse cada vez más. Los entendidos señalan que el consumismo, lejos de producir satisfacción, crea tensión e infelicidad. Entonces, ¿por qué compramos tanto?

ESTAMOS siendo bombardeados sin piedad por la mercadotecnia. ¿Con qué objetivo? Convertir los deseos en necesidades. Los mercadólogos saben que las emociones influyen mucho en el consumidor. De ahí que tanto la publicidad como los establecimientos estén diseñados para despertar las emociones.

El libro Why People Buy Things They Don’t Need (Por qué compramos cosas que no necesitamos) dice: “Al planear una compra, el consumidor suele crearse elaboradas fantasías sobre la búsqueda del artículo y lo que sentirá cuando lo encuentre y lo posea”. Según algunos entendidos, hay quienes llegan a sentir tal entusiasmo al comprar que experimentan una subida de adrenalina. El mercadólogo Jim Pooler explica: “Si el vendedor percibe dicho entusiasmo, puede aprovecharse del estado emocional del comprador y de sus debilitadas defensas”.

¿Qué podemos hacer para no caer víctimas de la astucia de los mercadólogos? Pongamos a un lado las emociones y comparemos las promesas publicitarias con la realidad.

 PROMESA: “Mejore su calidad de vida”

Valiéndose del deseo natural de una vida mejor, los publicistas quieren hacernos creer que podemos ver cumplidos todos nuestros deseos —salud, seguridad, alivio de la tensión y mejores relaciones con los demás— haciendo buenas compras.

REALIDAD:

Cuantas más posesiones tenemos, menor es nuestra calidad de vida. Necesitamos más tiempo y dinero para cuidar lo que tenemos, la presión de las deudas nos crea más estrés y el tiempo para la familia y los amigos se reduce.

Cuantas más posesiones tenemos, menor es nuestra calidad de vida

Principio: “Hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee” (Lucas 12:15).

PROMESA: “Obtenga prestigio”

Pocas personas admitirían que compran para impresionar. No obstante, Jim Pooler señala: “Una razón importante por la que la gente compra es para competir con amigos, vecinos, compañeros de trabajo y familiares”. De ahí que los anuncios suelan presentar a personas ricas y exitosas disfrutando de los artículos que ofrecen. El mensaje que tratan de transmitir es: “Ese podría ser usted”.

REALIDAD:

Si medimos nuestra valía comparando nuestras posesiones con las de otros, nunca nos sentiremos satisfechos. Tan pronto como consigamos algo, desearemos algo más.

Principio: “Un simple amador de la plata no estará satisfecho con plata” (Eclesiastés 5:10).

PROMESA: “Defina su identidad”

El libro Shiny Objects (Objetos deslumbrantes) explica: “Una manera común de reflejar quiénes somos (o queremos ser) es usando y exhibiendo nuestros bienes”. Los mercadólogos lo saben y por eso tratan de vincular ciertas marcas —particularmente las de lujo— con unos valores y estilos de vida concretos.

¿Qué tipo de persona se considera usted? ¿Qué imagen quiere proyectar? ¿La de alguien elegante? ¿Atlético, tal vez? Lo que le prometen los publicistas es que si compra una determinada marca, lo conseguirá.

REALIDAD:

Ningún artículo que compremos puede cambiar quiénes somos ni aportarnos cualidades dignas de admirar, como la honradez y la lealtad.

Principio: “Que su belleza no venga de [...] joyas de oro o ropa fina. Su belleza debe venir del corazón, del interior de su ser” (1 Pedro 3:3, 4, La Palabra de Dios para Todos).